¿Qué culpa tendrán ellos?

El feminismo es un movimiento, comprensible por un lado, pero peligroso por otro.

El sufrimiento de la mujer arrastrado por tantos años de historia de humillaciones, vejaciones y abusos se ha convertido en todo un movimiento energético preocupante, y es preocupante por su naturaleza hostil e irabunda insertada en el ADN generación tras generación.

He podido comprobar con mi hija que no es necesario tener experiencias vividas para sentir ya la más profunda indignación feminista, lo vive, lo siente y lo sufre con la misma intensidad de alguien que haya vivido etapas de abusos o maltrato. Ni siquiera es necesaria, hablo otra vez por experiencia, la presencia de un hombre machista o dictador en casa para sentir ya por las venas el dolor colectivo femenino.

La mujer está atada a su aspecto físico, ¿Por qué? porque desde hace miles de años hemos aprendido que el hombre que quieres se fija en otras mujeres, que además su necesidad sexual jamás es saciada y que, siempre preferirá a la más joven. Venimos compitiendo entre nosotras, escupiéndonos algún rumor que merme la atención de la otra o haciéndonos todo tipo de intervenciones y sufrimientos físicos para un único fin: conservar a tu hombre.

Ahora, parémonos a pensar un momento en ellos. ¿Qué culpa tendrán? Si el hombre no tuviera "distorsinado" su instinto sexual, la raza humana se extinguiría y ahora, si queremos ser malas, podemos decir que son tan simples que han debido retocarles hormónicamente para la procreación. Pensándolo friamente, esta "anomalía" lleva al genero masculino a tremendas atrocidades ya conocidad por todos; violaciones, deshonras, violencia, profanación, traición... son esclavos, al fin y al cabo, llevar esta carga es sin duda un reto para ellos. Bastante tienen ya.

Ahora, en la actualidad, en un momento histórico para la mujer donde la vemos llegar cada vez más (aún falta mucho) a puestos de poder es cuando es igual de peligroso el dolor colectivo femenino que el instinto sexual masculino. La ira que desencadena, la irracionalidad de este dolor tan intenso puede hacer que perdamos eso tan bonito que nos caracteriza: la bondad, el sentido de la justicia, el don de convertir, transmutar y transformar nuestro entorno, la entereza y la formalidad de nuestra verdadera esencia.

El dolor colectivo de la mujer es toda una entidad energética a tener muy en cuenta y por nuestros propios valores, merece la pena de tener en nuestra conciencia y combatir.


La mujer nace de esta guisa, atrapada por millones de larvas de dolor colectivo femenino. TENEMOS QUE DESPERTAR! para gestionar nuestra llegada al poder con un poco más de cordura. 

PODEMOS!  

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