arquetipos 2

Adicto: El adicto es una persona “dependiente” de
aquella cosa que domina sus pensamientos y deseos y dirige su
comportamiento, y la pretensión de esa cosa se convierte en la actividad
más importante de su vida. En estados avanzados de adicción, nada es
tan importante como la adicción en si misma. Mucha gente asocia a menudo
la adicción únicamente con el alcohol o con el abuso de las drogas,
pero esta claro que los comportamientos adictivos van más allá. De
hecho, la clave de la “adicción” es una necesidad o dependencia obsesiva
y compulsiva hacia una substancia, un objeto, una relación, una
actividad o una cosa. Conforme a esto, es realista y apropiado decir que
cualquiera puede ser adicto a casi cualquier cosa, ya sea alcohol,
comida, sexo, juego, pornografía, drogas, o cualquier otra cosa que
provoque ideas obsesivas y derive en comportamientos compulsivos.
Amante: Es el símbolo de la unión sagrada con el Yo
Superior, con el amor, con el universo. Influenciado por el ego busca
sin embargo este amor en el mundo exterior, olvidando a veces el amor por uno mismo, hacia adentro. El amante es el soñador de un mundo mejor, algún día, en algún sitio.
Antisocial: No acepta ser parte de la sociedad a la cual
rechaza y detesta. Es huidizo, evita al máximo las relaciones
interpersonales y suele aislarse. Impulsivo y controlador, no se
preocupa por las consecuencias de sus actos, no siente remordimientos, a
veces puede llegar a ser agresivo. Solo establece relaciones personales
cuando siente empatía con la persona. Teme ser rechazado,
desconfía de si mismo y de los demás, lo cual le provoca inseguridad.
Como mecanismo de defensa se aferra y se refugia en su mundo de
fantasías.
Buscador: Piensa que todo gira alrededor de ser
mejor, conseguir más, tener éxito, perfección. El viaje del buscador
requiere coraje para romper las barreras de lo desconocido, lanzarse en
su búsqueda y exploración. Busca la iluminación y la transformación
interna, pero inicialmente está muy controlado por el pensamiento de
nuestro ego.
Conversador constante: ¿Tiene amigos que tardan dos
horas en contarle que compraron un coche- último modelo, o amigas que
interrumpen un evento familiar para contarles la intensa conversación
que tuvieron con el esteticista, o le recitan la agenda que tienen para
ese día? Estas personas están conectadas sólo con lo que les pasa a
ellas, son incapaces de escuchar a los demás y usan a sus seres queridos como espectadores de sus eternos monólogos.
Creador: Es nuestra potencia e iniciativa para
sacar lo mejor de nosotros mismos y convertirlo en realidad. Crea muchos
proyectos e ideas, tiene la fuerza de lanzar sin parar nuevas cosas,
pero también muchas veces encuentra su energía dispersa en demasiados sitios, produciéndole cargas e insatisfacciones.
Crítico: Resalta continuamente los fallos y
defectos de los demás haciendo críticas y juicios de valor sin ver sus
propias faltas. Se inventa cualquier razón para no reconocer las
virtudes de los otros.
Cuidador: Se preocupa por cómo se encuentran los
demás, y no sólo por las personas en si, sino por el bien global de la
humanidad. Tiene la habilidad de sacrificarse por un bien mayor común
para muchas personas. Esta faceta nuestra desarrolla un sentido moral y
de responsabilidad por el cuidado y bienestar de otros
Culpador Profesional: Se encuentra siempre en actitud de
ataque, reacciona y acomete verdaderas cruzadas en busca de culpables
por las situaciones que él mismo genera. Suele ser verbalmente agresivo y
abusivo, y en vez de quejarse como “el llorón”, ataca hasta a sus seres
queridos. No es el mundo en contra de él, sino él en contra del mundo.
Dependiente emocional: Se caracteriza por ser
inestable, destructivo y marcado por un fuerte desequilibrio, se somete,
idealiza y magnifica al otro. Para el dependiente esta situación afecta
de forma negativa a su autoestima y a su salud física y/o mental. Pese
al malestar y al sufrimiento que la relación le cause se siente incapaz
de dejarla, siendo los intentos nulos o fútiles. Tiene intenso miedo a
la soledad y pánico a la ruptura, la cual en caso de producirse conduce a
la vivencia del síndrome de abstinencia: con intensos deseos de retomar
la relación pese a lo dolorosa que esta haya sido, pensamientos
obsesivos, síntomas de ansiedad y depresión, los cuales desaparecen de
forma inmediata en caso de reanudarse la relación o comenzar una nueva
que sustituya la anterior. Los dependientes emocionales tienen una
necesidad excesiva de afecto y de ser queridos y tratarán de conseguir
este afecto a lo largo de sus diferentes relaciones de pareja. Muestran
una clara resistencia a perder la fuente de seguridad y afecto que
constituye su pareja. Se autoengaña y niega la información que le
proporciona su entorno. Poco a poco estas relaciones tan destructivas se
van fortaleciendo, de modo que al sujeto le resulta cada vez más
difícil salir de ellas.
Destructor: Bajo la influencia del ego solo lo
material le importa, así que destruye todo aquello que no le conviene o
no entiende, como modo de protegerse de posibles amenazas. Es nuestra
sub-personalidad que abre la puerta al reprimido Huérfano.
Dirigente: Se asocia con la creación del orden y el
mantenimiento de las reglas. Su función principal es la de organizar,
poner paz, unificar y armonizar su alrededor. Es una especie de Rey
Arturo de la Mesa Redonda, siempre encargado de que todo esté en
perfecto orden y estado.
Distante: Generalmente, considera que su principal problema es la falta de algo (dinero, amigos, contactos sociales, educación).
Su comportamiento va de no mostrar interés, no estar nunca disponible,
no cooperar, a ser condescendiente, a rechazar, oponerse y ser
escurridizo, hábil en el manejo de la indiferencia como defensa.
Las personas distantes están atrapadas en su mundo interior de luchas, miedos, y dudas sin resolver. Creen inconscientemente
que si se muestran misteriosos y desapegados, otros vendrán a
rescatarlos. A menudo solitarios, mantienen distancia por temor a que
otros impongan su voluntad o cuestionen sus decisiones. Piensan que
tienen que hacer todo solos, no piden ayuda. Inicialmente, atraen
gracias a su personalidad misteriosa e inaccesible.
Guerrero: Cuando el guerrero
actúa estrictamente en términos de nuestro interés personal, está
ayudando a desarrollar el ego, blandiendo nuestra espada para cortar
todo aquello que pueda amenazar la supervivencia del cuerpo, el ego y
nuestra integridad. El Ego quiere que sus necesidades sean satisfechas,
pero además se preocupa de “cómo” van a ser satisfechas.
Huérfano: Es la parte de nuestro ser interior que
aprende a reconocer y evitar situaciones que probablemente puedan
dañarnos. Trata de protegernos, de sentirnos abandonados, heridos o
víctimas. Para ello, se vale incluso de tretas o conocimiento que a
nivel consciente no sabemos ni que lo poseemos, por lo que se convierte
en un valioso defensor de nuestro bienestar a ultranza, negando a veces
la posibilidad de nuevas experiencias por miedo a no salir bien parado
de ellas. El Huérfano es el cínico, la personalidad que ve cual de
nuestras cualidades debe sacrificar o esconder para representar el papel
del inocente, para que le acepten.
Inmaduro: Son muy impacientes, caprichosos,
rebeldes, pretendiendo lograr sus objetivos de un modo inmediato. Suelen
actuar de un modo primario, guiados casi exclusivamente por apetencias,
instintos o tendencias del presente, sin reparar en las consecuencias
que pueden implicar tales comportamientos. Su falta de constancia
responde a esta falta de planteamientos realistas, a su falta de
equilibrio emocional, de criterios éticos sólidos y de valores estables.
Son inestables, sufriendo frecuentes altibajos de ánimo que se
desencadenan por motivos muchas veces insignificantes (un pequeño
fracaso, el comentario desfavorable de alguna persona), con una
fragilidad emocional que hacen que pasen fácilmente de la risa al llanto
(labilidad emocional). Tienen un bajo umbral de tolerancia a las
frustraciones que hace que se derrumben cuando cualquier cosa no sale
tal como habían previsto. Si alguien se niega a que se cumplan sus
deseos, reaccionan de forma impulsiva, a veces con agresividad, lo que
deteriora sus relaciones interpersonales, que suelen ser un tanto
conflictivas debido a su dificultad para dar y recibir amor, para
comunicarse con los demás, para dejarse conocer y establecer lazos
afectivos francos, sinceros y profundos. En ocasiones se dejan
influenciar por ciertas opiniones ajenas. Con falta de independencia, de
auténtica autonomía, que dificulta que estas personas se puedan
desenvolver por sí mismas de forma adecuada. Son por tanto, como niños
con la edad de adultos, personas incapaces de asumir con responsabilidad
tareas propias de estos últimos, como el matrimonio, la paternidad,
etc.
Inocente: El inocente nos ayuda a crear nuestra
imagen, la máscara que lucimos ante el mundo, nuestra personalidad y rol
social. Como adultos, nos identificamos con los trabajos que hacemos y con nuestro estilo de vida.
El inocente interior que llevamos con nosotros quiere ser amado y ser
parte de las cosas. Quiere pertenecer, encontrar su lugar, sentirse
reconocido, a veces por las buenas, a veces por las malas.
Interrogador: Es crítico hostil, busca la forma de hacer
sentir mal a los demás. El interrogador socava el ánimo y la voluntad
cuestionando mentalmente cualquier actividad y motivación. Cuanta más
atención preste a sus errores y sus defectos, más pendiente estará usted
de él y más reaccionará a todo lo que le haga. Al hacer esfuerzos para
probar su valía y responderle, más energía le está robando. Es probable
que todo lo que diga sea usado en su contra en alguna oportunidad. Es
muy observador, cínico, escéptico, sarcástico, fastidioso,
perfeccionista, santurrón, a ser viciosamente manipulador. Inicialmente
atrae a los demás con su ingenio, su lógica infalible, sus hechos y su
intelecto.
Intimidador: El intimidador logra que todos le presten
atención a fuerza de gritos, fuerza física, amenazas y exabruptos,
mantiene a todos a raya por temor a desatar comentarios molestos, rabia y
en casos extremos, furia. La energía va hacia ellos
debido a que los demás se sientan atemorizados y ansiosos. Básicamente
egocéntrico, suelen dar ordenes a los que están a su alrededor, hablar
constantemente, ser autoritario, inflexible, sarcástico, y pueden
llegar a ser violentos.
Loco: Como el bufón de la corte, el Loco se ríe del
rey y de todos aquellos alrededor suyo, arrebatándoles el poder y
haciendo que las cosas pierdan su sentido rígido. El Loco nos enseña que
la mayoría de las veces solo estamos expresando una de nuestras
facetas, o máscaras de la lista de arquetipos, pero casi nunca
nuestro yo verdadero. El Loco nos enseña a reírnos de nosotros mismos, a
no tomar nada excesivamente en serio y nos muestra el camino que
debemos seguir.
Mago: Actúa como un agente de regeneración y
renovación, tanto para el mismo como para los demás. Es la parte de
nuestro carácter que puede integrar la parte oscura del Huérfano y
transformarla en energía útil. El Mago es el elemento que continuamente
transforma y cura a nuestro yo interior cuando las cosas se vuelven
demasiado rígidas.
Masoquista: Disfruta con el sufrimiento físico y/o
emocional, autodestructivo, siente placer en el dolor, (puede ser o no
en el campo sexual), la desilusión y el fracaso. Se auto-castiga,
satisface su necesidad de castigo porque cree que se lo merece y suele
tener baja-autoestima.
Mordaz: Son personas que cuando son atacadas o se sienten
atacadas, aprovechan la ocasión para tocar el punto débil de sus
atacantes con su lengua viperina dejándoles totalmente desarmados y
heridos (golpes bajos).
Negativo o Rey del Drama: Comienza cada frase con
un “no sabes lo que me ha pasado…” va de crisis en crisis alimentándose
del caos con el que maneja su vida. Y si se trata de parejas o amigos
cercanos, suele ser descubierto cuando intenta echar por tierra las
aspiraciones o planes de sus seres queridos: por ejemplo, si alguien
desea comprar una casa, les recuerda que tardarán años en pagar un
préstamo; si quieren viajar, les recordará que las últimas vacaciones no
funcionaron o simplemente, dejan entrever que la persona no es capaz de
ejecutar sus deseos porque carece de actitudes.
Rebelde: No acepta consejos ni sugerencias, no sigue las
normas, se opone a las reglas y autoridades. Solitario. Puede llegar a
ser agresivo, violento e iracundo.
Rencoroso y/o Vengativo: Revive una y otra vez lo que alguien
le dijo o le hizo. Predominando el resentimiento, la rabia, el rencor.
Algunos pueden llegar a ser vengativos y llevar a cabo su venganza al
precio que sea y de la manera que sea para conseguir sus fines.
Sabio: Observa nuestros pensamientos y
sentimientos, pero no se identifica con ellos, de forma que el Sabio nos
ayuda a ver que es realmente importante en nuestra vida y trascender
esas pequeñas cosas que nos distraen de nuestro ser interior más puro.
El Sabio es la parte de nuestra psique que puede ser experimentada en
estados meditativos con nuestro yo interior. Cuando dejamos de
resistirnos y aceptamos podemos ser libres.
Sádico: Tiene un comportamiento insensible, violento, cruel,
manipulador y degradante hacia los demás. Disfruta viéndoles y/o
haciéndoles sufrir física y/o emocionalmente (Puede ser o no en el campo
sexual). No todos actúan con el uso de la agresión física o la
violencia, también pueden tener comportamientos agresivos y humillantes
hacia una persona en público con el fin de lograr una sensación de poder
sobre esa persona a través del miedo.
Sobreprotector: Da por sentado que los demás le necesitan sin
conocer a fondo sus historias y sin que le hayan pedido ayuda, se cree
un salvador y desatiende sus propias necesidades.
Sumiso: Sigue fácilmente las normas, costumbres y
expectativas de los demás para ganarse el afecto, el respeto y la
aceptación de los otros. Suele tener actitudes pesimistas y derrotistas,
es inseguro, depresivo y débil.
Victima o Pobre de Mí: Su comportamiento va desde convencer,
defenderse, dar excusas, explicar reiteradamente y hablar demasiado. Se
deja tratar como un objeto, y después se ofende porque no le valoran.
Cada sugerencia que recibe de sus amistades, bien intencionada, es
descartada con múltiples argumentos, para más adelante volver a
preguntar ¿qué debo hacer? Están todo el día quejándose de sus problemas
y desgracias, “El mundo entero está en su contra y siempre hay alguien a
quien culpar de su desgracia y tristeza”, siempre pesimistas, atraen la
atención con expresiones faciales preocupadas, suspiros, temblores,
llantos, miradas perdidas, respuestas lentas y relatos reiterados de dramas y
crisis punzantes, de este modo atraen simpatía llevando la energía
hacia ellos. El pobre de mi seduce inicialmente por su vulnerabilidad y
su necesidad de ayuda. Sin embargo, no le interesa realmente la solución
porque entonces perderían su fuente de energía.